lunes, 29 de junio de 2015

CRÓNICA DEL SÁBADO 27 DE JUNIO

Estival Cuenca: cuando la música sabe a casa


Hay veces en las que la música no solo es hogar y refugio, sino que sabe a casa, a reencuentros, a las nostalgias y recuerdos que componen no solo una vida, sino también las canciones de quien hace tiempo decidió dedicar su alma a una de las profesiones más necesarias y a su vez más maltratadas.

Ayer, 27 de junio, la terraza del Museo Paleontológico de Cuenca fue el escenario de una noche de las imprescindibles para todo amante de la música; una noche de las que no se olvidan. A un marco incomparable, se sumaron el talento y las ganas de quienes sabían a lo que iban.

A las 20:30 horas, el público conquense que llenaba prácticamente todas las butacas, asistía a lo que venía a ser un entrante a la altura: la combinación de un coro con una banda de jazz. Las pruebas de sonido ya auguraban algo grande. El coro del Conservatorio de Cuenca y la Camerata Jazz Band fueron los encargados de inaugurar el escenario en tal enclave de la ciudad en esta cuarta edición de estival Cuenca. La exigencia era máxima, pero ellos no estuvieron a la altura, sino que consiguieron volarla. Con un Pedro Pablo Morante dirigiendo a un coro sobresaliente, hicieron falta piano, teclado, bajo, guitarra y batería para que el resultado fuese extraordinario.

Joshua libera Jericó, Clyde River, Halleluyah, Blue Moon, Las hojas muertas, Blue river, Cantares, What a wonderful world o Salida del pueblo de Israel de Egipto, fueron algunas de las canciones interpretadas. No faltó el derroche vocal de tres solistas, dos mujeres y un hombre, que hicieron las delicias de los asistentes.

A las 22:30 horas, estaba prevista la aparición de uno de los platos fuertes de esta edición de estival; Carmen París. A la cantante y compositora aragonesa, la une a Cuenca un vínculo que, como la música, la acompaña siempre: sus abuelos maternos son conquenses, y en sus recuerdos de infancia todavía suenan las campanas de Torremangana marcando el tiempo de la ciudad.

Hay momentos en los que una artista puede demostrar que las licencias en el mundo de la música son tan amplias como el espectro que abarcan, y que hasta conjugar jota y jazz y hacer de ello un espectáculo sin parangón, también es posible. Si a ello se le suma el espíritu y ahínco por querer internacionalizar su música, por hacer que llegue a todos los rincones y personas, el resultado es un proyecto que merece, cuanto menos, reconocimiento.

Pa ti mi genio abrió la velada musical de manos de la artista, acompañada por la percusión del yembé. Comenzaba así un viaje a través de sus cuatro álbumes y la multitud de historias que acompañan a cada uno de ellos.

Tras interpretar el primer tema, se marchó al piano, donde estuvo hasta su despedida definitiva, hasta el próximo reencuentro. Jotera lo serás tú sirvió para entrar en su segundo disco.

En mi pecho, el chachachá Cositas insolitas, el bolero Distancia espeluznante, una majestuosa versión de Mediterráneo, La cadenica de oro, El llanto del ruiseñor (ambas interpretadas en inglés la primera estrofa y en castellano la segunda), Savia nueva o Cabecita de alfiler fueron el repertorio que escogió Carmen para un lugar que olía a casa por los cuatro costados.

No faltaron las menciones a sus abuelas, fuente de inspiración en sus inicios, a su padre, a su estancia en Cuba, donde grabó su tercer trabajo, o referencias al principio de sincronicidad, o cómo las casualidades de la vida a veces hacen que todo merezca la pena. Hasta la física cuántica y Einstein tienen cabida en la música de Carmen París. Su recuerdo a todos aquellos que están cruzando el Mediterráneo en busca de una vida mejor o el homenaje a quienes son extranjeros en sus propias casas, como el pueblo palestino, el kurdo o el saharaui, también estuvieron presentes en la velada.

Una trayectoria profesional y humana que han hecho que a los múltiples galardones y reconocimientos se sumara, en 2014, el de Premio Nacional de las Músicas Actuales. Una artista que emocionada, se despedía reconociendo el orgullo que sentía por ser de esta tierra. El público conquense, entre aplausos, se marchó sintiendo lo mismo hacia su paisana.


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