Estival Cuenca: cuando la música sabe
a casa
Hay veces en las que la música no solo es hogar y refugio,
sino que sabe a casa, a reencuentros, a las nostalgias y recuerdos que componen
no solo una vida, sino también las canciones de quien hace tiempo decidió
dedicar su alma a una de las profesiones más necesarias y a su vez más
maltratadas.
Ayer, 27 de junio, la terraza del Museo Paleontológico de
Cuenca fue el escenario de una noche de las imprescindibles para todo amante de
la música; una noche de las que no se olvidan. A un marco incomparable, se sumaron
el talento y las ganas de quienes sabían a lo que iban.
A las 20:30 horas, el público conquense que llenaba
prácticamente todas las butacas, asistía a lo que venía a ser un entrante a la
altura: la combinación de un coro con una banda de jazz. Las pruebas de sonido
ya auguraban algo grande. El coro del Conservatorio de Cuenca y la Camerata
Jazz Band fueron los encargados de inaugurar el escenario en tal enclave de la
ciudad en esta cuarta edición de estival Cuenca. La exigencia era máxima, pero
ellos no estuvieron a la altura, sino que consiguieron volarla. Con un Pedro
Pablo Morante dirigiendo a un coro sobresaliente, hicieron falta piano,
teclado, bajo, guitarra y batería para que el resultado fuese extraordinario.
Joshua libera Jericó, Clyde River, Halleluyah, Blue Moon, Las
hojas muertas, Blue river, Cantares, What a wonderful
world o Salida del pueblo de Israel de Egipto, fueron algunas de las
canciones interpretadas. No faltó el derroche vocal de tres solistas, dos
mujeres y un hombre, que hicieron las delicias de los asistentes.
A las 22:30 horas, estaba prevista la aparición de uno de los
platos fuertes de esta edición de estival; Carmen París. A la cantante y
compositora aragonesa, la une a Cuenca un vínculo que, como la música, la
acompaña siempre: sus abuelos maternos son conquenses, y en sus recuerdos de
infancia todavía suenan las campanas de Torremangana marcando el tiempo de la
ciudad.
Hay momentos en los que una artista puede demostrar que las
licencias en el mundo de la música son tan amplias como el espectro que
abarcan, y que hasta conjugar jota y jazz y hacer de ello un espectáculo sin
parangón, también es posible. Si a ello se le suma el espíritu y ahínco por
querer internacionalizar su música, por hacer que llegue a todos los rincones y
personas, el resultado es un proyecto que merece, cuanto menos, reconocimiento.
Pa ti mi genio abrió la velada musical de manos de la artista, acompañada
por la percusión del yembé. Comenzaba así un viaje a través de sus cuatro
álbumes y la multitud de historias que acompañan a cada uno de ellos.
Tras interpretar el primer tema, se marchó al piano, donde
estuvo hasta su despedida definitiva, hasta el próximo reencuentro. Jotera
lo serás tú sirvió para entrar en su segundo disco.
En mi pecho, el chachachá Cositas insolitas, el bolero Distancia
espeluznante, una majestuosa versión de Mediterráneo, La cadenica
de oro, El llanto del ruiseñor (ambas interpretadas en inglés la
primera estrofa y en castellano la segunda), Savia nueva o Cabecita
de alfiler fueron el repertorio que escogió Carmen para un lugar que olía a
casa por los cuatro costados.
No faltaron las menciones a sus abuelas, fuente de
inspiración en sus inicios, a su padre, a su estancia en Cuba, donde grabó su
tercer trabajo, o referencias al principio de sincronicidad, o cómo las
casualidades de la vida a veces hacen que todo merezca la pena. Hasta la física
cuántica y Einstein tienen cabida en la música de Carmen París. Su recuerdo a
todos aquellos que están cruzando el Mediterráneo en busca de una vida mejor o
el homenaje a quienes son extranjeros en sus propias casas, como el pueblo
palestino, el kurdo o el saharaui, también estuvieron presentes en la velada.
Una trayectoria profesional y humana que han hecho que a los
múltiples galardones y reconocimientos se sumara, en 2014, el de Premio
Nacional de las Músicas Actuales. Una artista que emocionada, se despedía
reconociendo el orgullo que sentía por ser de esta tierra. El público
conquense, entre aplausos, se marchó sintiendo lo mismo hacia su paisana.