martes, 1 de julio de 2014

Érase una vez… la inclusión


Texto: Cintia Álvarez Rubio   Fotografía: Eva Rus Martínez

La tercera jornada de esta edición mostró el lado más humano de Estival Cuenca: el integrador.

El pasado 30 de junio el Teatro Auditorio de Cuenca acogía una apuesta por la cultura desde la perspectiva de colectivos que no siempre tienen un hueco en los programas culturales. Los chicos de los centros de ocio “Infantas de España” y ASPADEC acercaron a los asistentes una manera diferente de ver y disfrutar el teatro, la música y las historias contadas con su obra Érase una vez. Una veintena de chicos, aproximadamente, participaron en la representación de esta obra que, durante una  hora, despertó el interés del público y animó el inicio de la jornada del lunes. La orquesta Pim, Pam, Pum, un protagonista soñador, un bufón cuentacuentos, Caperucita, Blancanieves, los tres cerditos o la Bella Durmiente fueron algunos de los personajes a los que dieron vida estas personas con capacidades diferentes.

Estival Cuenca ha querido, de esta manera, dar voz a quienes no siempre la tienen y otorgar la oportunidad de que quienes reciban aplausos, elogios y cariño no siempre estén acostumbrados a ello. Con un aforo prácticamente completo en la sala 2 del Teatro Auditorio, el público participó durante toda la obra entre risas y aplausos. Una obra de todos y para todos. En la sala se podían ver tanto niños pequeños, como jóvenes y adultos. La inclusión no entiende de edades, géneros o condiciones.

La obra de la Compañía Te harto a reír, bajo la dirección de Nieves Martínez ha trabajado durante estos meses para aportar a la ciudad de Cuenca una manera diferente de valorar el arte sobre las tablas de un escenario. El teatro ha sido desde sus orígenes un lugar integrador, en el que se aglutinan gentes de toda raza, clase social, ideología política o carácter. Esta alternativa innovadora de acercar el teatro a estos colectivos y estos colectivos al teatro, es un pequeño gesto que puede cambiar muchas cosas. Conseguir que, durante un período corto de tiempo, estas personas puedan ver y sentir el calor de un público que les brinda su apoyo a cambio de una sincera sonrisa y la más noble de las gratitudes.

La entrada al Teatro Auditorio fue gratuita y los asistentes pudieron traer comida no perecedera para el Banco de Alimentos, gesto que se repetirá en todos los espectáculos de acceso libre.
La idea fue un éxito, el público respondió positivamente, tal y como se esperaba, y un año más el trabajo de Marco Antonio de la Ossa y todos los que hacen posible la realización y el óptimo desarrollo de Estival Cuenca ha sido reflejado con la mejor de las recompensas: la diversión y el entusiasmo de todos.

Mención especial merecen los monitores, maestros y personal de apoyo que durante todo el año permanecen al lado de estos chicos y dedican su vida al desarrollo e integración de estos colectivos. 

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